
El Parlamento Universal de la Juventud (PUJ) está realizando unos talleres en “Manila Boys Home” cada dos meses. “Manila Boys Home” es un centro de detención juvenil ubicado en la ciudad de Marikina, Filipinas. Los chicos que se encuentran recluidos en esta institución suelen ser niños abandonados, huérfanos o delincuentes que los policías capturan en las calles de Manila.
El primer encuentro que tuvimos con ellos fue en el mes de enero. Nos dimos cuenta de la necesidad que tenían de recibir algo espiritual. Entonces surgió la idea de preparar unos talleres. El primer tema tratado fue sobre el sueño que nuestro Padre Celestial tiene para cada uno de ellos: ser los mejores hijos de Dios.
Las actividades realizadas en el taller incluyeron una narración interactiva de un cuento en el que les pedimos que cerraran sus ojos y les indicamos que se imaginaran que estaban hablando con Dios. Los participantes tomaron esto tan seriamente hasta el punto de que no podían pronunciar ni una sola palabra porque tenían la certeza en su corazón de que estaban hablando con Dios.
Uno de los miembros del Parlamento Universal de la Juventud compartió esta reflexión sobre esta actividad y dijo: «¿Soy yo como estos niños, de inocencia pura que no podían pronunciar ni una palabra porque estaban convencidos de que estaban hablando con el Rey de Reyes? ¿Siento yo la misma mansedumbre que ellos? o ¿Soy una persona habladora que siempre manda a Dios que me conceda cosas solo para mí?”.
En esta actividad, los facilitadores recibieron el don de la humildad a través de los niños. Comprendieron que su actitud de inocencia es la que nuestro Padre Celestial desea de nosotros, los mayores.
Otro miembro de PUJ comentó: «Siempre tratamos de conseguir lo mejor para nosotros mismos, no importa lo trivial que pueda ser, entretanto satisfaga nuestras necesidades. Pero, encontrarme con todos estos niños en Manila Boys Home, me ayudó a reflexionar sobre mi vida y cómo la estoy viviendo. Yo, aquí, preocupada por elegir qué zapatos ponerme, o qué tipo de letra escoger para mi artículo, mientras estos niños están luchando únicamente por vivir. Después de esa observación, agregó: «Estos niños nos necesitan.»
La segunda parte de la actividad fue una conversación personal con los niños. Esta actividad permitió a los jóvenes identes entender la vida de los niños, ya que era el momento en que ellos contaron sus historias de cómo llegaron al centro de rehabilitación. También hablaron de sus familias, a las que realmente echaban de menos.
El Parlamento Universal de la Juventud los visitó para llevarles esperanza y para comunicarles lo importante que es su vida. Nos dimos cuenta de que estos niños ponían toda su atención cuando les hablábamos acerca de su bondad y de cómo Dios los mira con un amor inmenso y único.
Seguramente, mientras realizamos estos talleres durante todo el año, aprenderemos más de ellos, seremos sus “ates o kuyas” (hermana o hermano mayor en filipino) y como dice nuestro padre Fundador: «los jóvenes son más entusiasmo que pensamiento. Por eso, más que amigos, necesitan un maestro”. También aspiramos a que, a través de estos encuentros, los niños puedan descubrir el sueño de nuestro Padre Celestial para ellos, porque así nunca se equivocarán en esta vida.
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