De todos los días que habían transcurrido desde que inició la pandemia, buscaba una forma de ayudar otras personas. Con la distancia, esto parecía algo inalcanzable, hasta que surgió la oportunidad de poder ser profesora en el “Campamento Virtual de niños” de la Juventud Idente.
Como miembro activa de esta asociación, acepté gustosa de dar lo mejor en esa semana sin saber lo que nos esperaba, y sin saber la gran experiencia que me llevaría una vez terminado el campamento.
Al principio a todos nos invadían los nervios por la incertidumbre de cómo iba a resultar la idea de un campamento virtual; era algo nuevo para todos, por lo que teníamos grandes expectativas.
Puedo decir con seguridad que terminado el campamento ya no pensaba igual que antes, pues había vivido nada más que la grata experiencia de convivir con almas llenas de entusiasmo, diversión, inocencia con creatividad original y alegría contagiosa, que a pesar del cansancio, me llenaban de esperanza y entusiasmo parar seguir haciendo lo mejor para que ellos sintieran lo mismo.
Lo que realmente me llevo no solo se queda en mi memoria, sino también en el corazón. Se siente como algo cálido cada vez que me viene el recuerdo de aquellos días de campamento, porque, por más lejos que estuviésemos, entre todos se sentía como si estuviésemos allí, en un solo lugar.
La unión, la sencillez y el servicio son una parte de lo que me llevo en este 2020 gracias al Campamento Virtual. Con esto extiendo un agradecimiento a las misioneras y misioneros Identes, junto con la Juventud Idente por permitir que este sueño se haga realidad.
Domenica Espinoza
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